El ‘postureo’ del vino: las formas (I)

Se acercan las Navidades y compartiremos mesa con amigos, compañeros de trabajo y, por supuesto, familia. El vino, este maravilloso producto, será en algún momento motivo de conversación y en este post os invitamos a descubrir unas cuantas nociones básicas para ‘quedar bien’. No les estamos animando a ‘tirar por la calle de en medio’ y aparecer como un experto en una mesa en la que la gran mayoría son conocidos o íntimamente conocidos suyos: “Antes se coge a un mentiroso que a un cojo”, así que, en primer lugar, lo que no se puede perder es la prudencia. En segundo, y no menos importante, diga lo que diga sobre el vino, lo deberá hacer con seguridad. A continuación, vamos a dar un pequeño repaso a las formas, a los gestos, que debemos asimilar para garantizarnos un buen ‘postureo’.

  1. La copa: la forma de asir la copa es fundamental. Debemos tener delicadeza pero a la vez decisión. La tomaremos por el tallo o por el pie, nunca del cáliz ni tampoco con la mano entera, sino formando una pinza con el pulgar y el índice o el corazón. Si nos toca servir, habrá que hacerlo lo justo, un par de dedos aproximadamente.
  2. El color: tampoco es cuestión en una cena entre amigos de elevar la copa por encima de nuestras cabezas para apreciar las tonalidades del vino. Sin embargo, si comen sobre un mantel blanco en un determinado momento puede inclinar la copa sobre el fondo blanco, más o menos discretamente, e incluso soltar algún comentario del tipo: “el vino está muy entero, no hay rastro de oxidación” (los blancos oxidados presentan un color más amarillento y los tintos, más atejado) si se da el caso.
  3. Mover el vino: es un gesto fundamental que, si se ha fijado, todos los enófilos hacen para ayudar a que el vino muestre su paleta aromática. Hay que tener cuidado y, si no tiene destreza, le aconsejamos mover el vino sobre una superficie (la mesa) con movimientos ovalados y con decisión y delicadeza al mismo tiempo (practique antes si es necesario). Tras el movimiento, acérquese la copa a la nariz y aprecie los aromas.
  4. El olfato: hemos olido el vino introduciendo sin ‘cortarnos’ la nariz en la copa. En la gran mayoría de los tintos podremos encontrar aromas de frutas rojas, más primarios (frutales) cuanto más joven es el vino. Si sabemos que se ha abierto un tinto de reserva o un vino con un largo tiempo de crianza, los encontraremos conjuntados con los de la madera. ‘Complejidad’ y buen ‘ensamblaje de fruta y madera’ son definiciones cortas pero suficientes para ‘quedar bien’ con seguridad.
  5. El sorbo: al beber, por supuesto poco a poco y no de trago la copa entera, debemos retener el líquido y discretamente moverlo por toda a boca. Si queremos ‘lanzarnos’, aproximamos el líquido a la punta de la lengua y, discretamente aunque se escuche el ‘ruidito’, aspiramos aire un par de veces. Es lo que hacen los catadores para intensificar los sabores en la boca. Si se ha lanzado al ‘postureo’ tenga en cuenta que no puede concluir este gesto con un simplemente “está rico”. Deberá arriesgar un poquito y, aun sin explayarse demasiado, utilizar palabras como “vino complejo”, “equilibrado”, “afrutado”, “sabroso en boca”, “muy bien integrada la madera”, etc.

Tenga en cuenta que estamos ante un producto capaz de generar numerosas sensaciones y diferentes para mucha gente. Si es usted prudente y muestra seguridad, tanto en los gestos como en lo que dice, probablemente sus compañeros de mesa se irá pensando que usted sí que sabe de vinos y que, además no es un pesado, porque el vino puede ser objeto de comentario y conversación, pero, salvo que esté usted rodeado de auténticos enófilos y apasionados (si es así, mejor escuche), seguro que habrá muchos otros temas más importantes para conversar.

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