Variedades de uva: la peculiaridad de Finca Antigua (III)

Finca Antigua es un maravilloso paisaje propiedad de Familia Martínez Bujanda. Con una superficie de mil hectáreas, 420 de viñedos conviven con una extraordinaria biodiversidad vegetal y animal que convierten Finca Antigua en un lugar excepcional y peculiar para la viticultura. Se localiza entre Cuenca y Toledo, a una altitud de 900 metros, donde trabajamos el cultivo de forma casi extrema por la extraordinaria oscilación térmica entre verano e invierno y entre el día y la noche.
En La Mancha, las principales variedades consideradas autóctonas son la cencibel (una sinonimia del tempranillo), en tintas, y la airén, en blancas. También hay garnachas autóctonas, con las que elaboramos un varietal; viuras, igualmente otro monovarietal de Finca Antigua, y moscatel, con el que hacemos nuestro Naturalmente Dulce.
En Finca Antigua cultivamos tempranillo, que sacamos también al mercado como varietal, pero la airén es una uva extraordinariamente productiva, protagonista en gran parte de las tremendas extensiones manchegas de la meseta, así que en Familia Martínez Bujanda no la consideramos la más idónea para la elaboración de vinos de calidad. La Mancha es la gran despensa vitivinícola del Viejo Mundo (con 600.000 hectáreas de viñedo) y en Finca Antigua, además de por tempranillos (cencibel), garnacha y moscatel autóctonos, apostamos por algunas de las variedades de uva internacionales más cultivadas en el mundo.
Las múltiples posibilidades de una finca de 420 hectáreas de viñedo (diferentes suelos, altitudes y clima casi extremo) nos permiten experimentar y trabajar con cabernet sauvignon, syrah, merlot y petit verdot, todas ellas uvas de renombre internacional que en Finca Antigua comercializamos con una colección de varietales que os invitamos a probar para comprobar la personalidad de cada una de ellas.
Mención especial merece Clavis, nuestro gran vino de Familia Martínez Bujanda, elaborado exclusivamente con uvas de la parcela Pico Garbanzo de Finca Antigua, una pequeña extensión de apenas cuatro hectáreas de cepas viejas con un ‘pupurri’ de ocho variedades (garnacha, cabernet, sangiovese, pinot noir…) que no se replantan ni se sustituyen hasta el punto de que el vino ‘morirá’, cuando llegue el momento, con las propias cepas. En este caso la mezcla la realiza el propio terruño (field blend).

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