La investigación: en el ADN de Familia Martínez Bujanda

Uno de los grandes retos de la viticultura mundial es la lucha contra las denominadas enfermedades de la madera, a las que se ha llegado a calificar como el ‘cáncer del viñedo’. En Francia se estima que la cifra de viñedo improductivo por enfermedades de madera y otras de marchitez prematura alcanza el 13% del total, con pérdidas de ingresos de 1.000 millones de euros. En España no hay todavía una estimación concreta, pero sencillamente, porque se ha comenzado a estudiar este problema mucho más tarde. La realidad es que las cifras deberían ser bastante similares.
Numerosos centros de investigación nacionales e internacionales están trabajando para hacer frente a estas enfermedades que amenazan no sólo la rentabilidad del cultivo, sino también el prestigio de denominaciones de origen y de bodegas que, evidentemente, no podrán seguir elaborando sus mejores vinos si se reduce la vida del viñedo a escasos 25 años. Al margen de la investigación académica e institucional, Familia Martínez Bujanda lidera un consorcio empresarial privado con otras bodegas cuyo objetivo es poner en marcha un tratamiento totalmente ecológico para actuar contra los hongos que atacan a la madera. El proyecto, denominado “Intervención ecológica para mejorar el estado sanitario de las uvas y su efecto en la calidad de las uvas y sus vinos” (INNTER-ECOSANVID), comenzó en el año 2015 y, en principio, concluye a finales de este año.
Las pruebas con las que estamos trabajando en nuestros viñedos de Finca Antigua, en La Mancha, están ofreciendo resultados muy esperanzadores, aunque este problema, debería llevarnos a hacer una reflexión sobre las prácticas de cultivo.
Familia Martínez Bujanda trabaja en todos sus viñedos una viticultura sostenible, cuyo principal objetivo es minimizar el uso de productos agro químicos, reducir los residuos a cero y optimizar los métodos de producción. Estamos convencidos de que el problema de las enfermedades de la madera tiene que ver, por un lado, con los clones productivos que a partir de los años ochenta comenzaron a distribuir los viveros de toda España, pero también con la viticultura de ‘agotamiento’ y sobreproducción  que se ha generalizado en España y en todo el mundo.
La poda profesional, con la cicatrización correcta de las heridas, el control de rendimientos, los manejos adecuados de la vegetación y, sobre todo, una viticultura comprometida con la calidad en lugar de con la cantidad son algunas de las mejores recetas para la lucha contra las enfermedades de la madera, al margen del hallazgo del nuevo ‘producto milagro’ que todo el mundo desea, pero que será mucho más eficaz si se acompaña de estas prácticas sostenibles, porque, entre otras cosas, nosotros heredamos viñedos y pretendemos seguir legándolos a futuras generaciones cuando ya no estemos aquí.

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